Lucía tiene un osito muy viejito que es su favorito. Ha tenido la suerte de convivir con muchos niños, y cuando llegó a su casa ya estaba bastante deteriorado, así que Marta, su mamá, lo metió en la lavadora a ver si salía a color. No es que mejorara mucho, por lo que me pidió ayuda para vestirlo y adecentarlo, y este fue el resultado. La sonrisa de Lucía bien valen unas pequeñas puntadas.
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